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domingo, 10 de marzo de 2024

17 de MARZO de 2024. 5to. Domingo del Tiempo de Cuaresma*.

 Liturgia de las Horas: 1ra. Semana del Salterio

Color: Morado

LECTURAS DE LA LITURGIA: 

LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA JEREMÍAS: Jeremías 31: 31 - 34

31 He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; 32 no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de Yahveh -. 33 Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 34 Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a Yahveh», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande - - oráculo de Yahveh - cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.

...PALABRA DE DIOS...            ... TE ALABAMOS SEÑOR.

 

 SALMO RESPONSORIAL:   Salmo 51:3-4, 12 - 15

V/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.

R/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro

 3 Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito,

 4 lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame.

R/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.

12 Crea en mí, oh Dios, un puro corazón, un espíritu firme dentro de mí renueva;

13 no me rechaces lejos de tu rostro, no retires de mí tu santo espíritu.

R/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.

14 Vuélveme la alegría de tu salvación, y en espíritu generoso afiánzame;

15 enseñaré a los rebeldes tus caminos, y los pecadores volverán a ti.

R/. Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.  

 

LECTURA DE LA CARTA A LOS HEBREOS: Hebreos 5:7-9

7 El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, 8 y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; 9 y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.

...PALABRA DE DIOS...            ... TE ALABAMOS SEÑOR.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN:  Juan 12: 20 - 33

20 Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. 21 Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús.» 22 Felipe fue a decírselo a Andrés; Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. 23 Jesús les respondió: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo de hombre. 24 En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. 25 El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. 26 Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. 27 Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! 28 Padre, glorifica tu Nombre.» Vino entonces una voz del cielo: «Le he glorificado y de nuevo le glorificaré.» 29 La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel.» 30 Jesús respondió: «No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros. 31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera. 32 Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí.» 33 Decía esto para significar de qué muerte iba a morir. 

...PALABRA DEL SEÑOR...       ... GLORIA A TÍ SEÑOR JESÚS.

REFLEXIÓN TEOLÓGICA**

El Evangelio que acabamos de escuchar, nos revela el secreto de la felicidad. Nos revela cómo podemos vivir con Jesús “otra” vida, desde aquí abajo y para siempre. Nos revela como escapar a la muerte - no a la muerte física, que en último término es sólo una etapa de la vida - sino a la verdadera muerte: la muerte interior, la que mata definitivamente.

Jesucristo nos dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Cuando habla del grano de trigo: Jesús habla de sí mismo.

¿Qué le sucedió a Jesús? Lo que sucede también hoy a los hombres comprometidos, hombres que se entregan por sus convicciones.

Cristo molesta a los hombres de su tiempo. Es un revolucionario. Y lo cambia todo, hasta la religión. Entonces se le espía, se le persigue, se busca una ocasión para arrestarlo. Y una noche lo toman preso, porque un amigo lo traiciona. Después de un juicio injusto, lo condenan. Lo torturan y lo ejecutan.

Ahora, ¿aquellos hombres lograron realmente “quitar” la vida a Cristo? No, porque aún clavado en la cruz Jesús es verdaderamente libre. Este acontecimiento que le viene de fuera, es dominado por Él. Cuando los hombres creen que le han quitado la vida, Él la salva de la muerte dándola libremente a su Padre, por la salvación de los hombres: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”.

Corresponde, entones, al hombre abrirse a Jesús y entrar con Él en la Pascua, es decir, en el paso de la muerte a la vida.

Pensemos un momento en nuestra vida. Nuestra vida la hemos recibido y la recibimos cada día. Nos viene de Dios, porque nadie se ha dado la vida a sí mismo. Nos viene de Dios, pero por medio de otros.

Vivimos porque otros no han guardado para ellos mismos la vida que a su vez habían recibido. Nos la han transmitido. Somos ricos de sus dones, pero también pobres de sus egoísmos. Nada deja de afectarnos, como también ninguno de nuestros propios actos dejará de influir en los hombres que nos sucedan.

Nosotros no somos los propietarios absolutos de la vida recibida. Debemos acogerla, hacerla fructificar - y a su vez, trasmitirla gratuitamente. Cuando la retenemos, muere en nuestras manos. Porque está hecha para circular. Es como el agua viva del río: si queda estanca se queda dormida, se pudre y se muere.

Es el hombre el que introduce la muerte, la verdadera muerte en el mundo. El hombre es el asesino de la vida. Es lo que llamamos pecado y, llevado al extremo, pecado “mortal”, que arrastra consigo nuestra muerte interior. Es así como nos colocamos fuera de la corriente de la vida, porque no la damos ya, ni la recibimos.

El único medio infalible, para escapar de la muerte: es el amor. En efecto, amar es no guardar la vida para sí mismo, sino darla. Porque amo, doy un poco de mi tiempo, de mi ternura, de mi vida. Amar es siempre dar la vida al otro y recibirla del otro. Pero nadie puede dar su vida si no renuncia a ella, si no renuncia a algo de su vida.

Esta renuncia para poder dar, es una forma de morir a sí mismo. El que libremente acepta este paso por la muerte y lo vive con Jesús muerto y resucitado, entra en “la otra vida”, ya aquí en esta tierra. San Juan nos lo dice con gran sencillez: “quien no ama permanece en la muerte” y también “nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos”. Por eso, quien quiera vivir, tiene que amar.

Amar así, auténticamente, no es fácil y no siempre nos resulta. ¿Por qué en ciertos momentos estamos cansados de vivir? Yo creo porque vivimos sólo con un 25 o 30 por ciento de vida. El resto permanece inutilizado, encerrado, bloqueado.

¿Por qué experimentamos con tanta frecuencia en nuestro corazón un sabor de muerte? Porque estamos cubiertos de pedazos de vida muerta, que impiden que brote la alegría de la vida.

* Son p.ej. mis pequeños o grandes sufrimientos, hundidos en lo profundo de mi corazón, y que pudren y envenenan mi vida. Todo lo que no he aceptado ni digerido: a mí mismo, lo que soy o lo que no soy; mi excesiva sensibilidad, mi corta inteligencia, mi enfermedad o mi vejez…

* O tal vez no acepto a los demás: el hogar que tengo o que no tengo; mi cónyuge, que no es el/la que yo había soñado: o simplemente mi vecino, mi colega que me resulta molesto...

* Quizás no acepto mi pasado, los hechos de mi vida: la educación que he recibido, el examen que no aprobé, el alejamiento de mis hijos, la muerte de un ser querido...

No se trata de resignarse - Jesús no se resignó pasivamente ante lo que le sucedía. Se trata de luchar con todas las fuerzas contra todo lo que está mal.

Pero, al mismo tiempo, se trata de no esconder nada, de no guardar nada: como el grano de trigo que rehusa morir y niega la vida a la espiga; como un Jesús que no ofrece su sufrimiento y bloquea la redención del mundo.

Queridos hermanos, busquemos todos en lo profundo de nuestro corazón lo que hemos negado amar, lo que hemos rehusado dar, tal vez desde hace meses o años. ¿Para qué sirve la vida si no es para darla? “El que quiere guardarla la pierde, y el que quiere darla la encuentra”, nos dice Jesús. Hermanos, ¡he aquí el secreto de la felicidad!

¡Qué así sea!

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

Padre Nicolás Schwizer

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*    https://www.aciprensa.com/calendario/

**   https://es.catholic.net/op/articulos/41734/cat/901/el-grano-de-trigo-que-muere.html#modal

      https://wwwlabuendia.blogspot.com/

17 de MARZO de 2024. Domingo de Ramos: La Pasión del Señor*. P. Ramos Mt. 21, 1 - 11...

...                                     Durante la Eucaristía: Marcos 14: 1--15: 47

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