Liturgia de las Horas: 2da.
Semana del Salterio
Color: Rojo
LECTURAS DE LA LITURGIA:
EVANGELIO DE LA ENTRADA DEL SEÑOR JESÚS A
JERUSALEN: Mc. 11, 1 - 10; Mt. 21, 1 - 11.
LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS: Is. 50: 4 - 7
4 El Señor Yahveh me ha dado
lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora.
Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos; 5 el
Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás. 6
Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi
barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos. 7 Pues que Yahveh habría
de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal,
a sabiendas de que no quedaría avergonzado.
...PALABRA DE DIOS... ... TE ALABAMOS SEÑOR.
SALMO
RESPONSORIAL: Salmo
22: 8 - 9, 17 - 20, 23 – 24
V/.Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
R/.Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
8 todos los que me ven de mí se mofan, tuercen
los labios, menean la cabeza:
9 «Se confió a
Yahveh, ¡pues que él le libre, que le salve, puesto que le ama!»
R/.Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
17 Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me
acorrala como para prender mis manos y mis pies.
18 Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me
miran,
R/.Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
19 repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi
túnica.
20 ¡Mas tú, Yahveh, no te estés lejos, corre en mi ayuda,
oh fuerza mía,
R/.Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
23 ¡Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la
asamblea te alabaré!:
24 «Los que a Yahveh teméis, dadle alabanza, raza toda de
Jacob, glorificadle, temedle, raza toda de Israel».
R/.Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
LECTURA DE LA CARTA DEL APÓSTOL A LOS
FILIPENSES: Flp 2:
6 - 11
6 El cual, siendo de condición
divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. 7 Sino que se despojó de sí
mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y
apareciendo en su porte como hombre; 8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo
hasta la muerte y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el
Nombre, que está sobre todo nombre. 10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla
se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua
confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.
...PALABRA DE DIOS... ... TE ALABAMOS SEÑOR.
LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS: Mc. 14: 1—15 :47
14 1Faltaban dos días para la
Pascua y los Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo
prenderle con engaño y matarle. 2Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que
haya alboroto del pueblo.» 3Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso,
recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con
perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su
cabeza. 4Había algunos que se decían entre sí indignados: «¿Para qué este
despilfarro de perfume? 5Se podía haber vendido este perfume por más de
trescientos denarios y habérselo dado a los pobres.» Y refunfuñaban contra
ella. 6Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena
en mí. 7Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien
cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre. 8Ha hecho lo que ha podido.
Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. 9Yo os aseguro:
dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará
también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.» 10Entonces, Judas
Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos sacerdotes para
entregárselo. 11Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él
andaba buscando cómo le entregaría en momento oportuno. 12El primer día de los
Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde
quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de
Pascua?» 13Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad;
os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle 14y allí
donde entre, decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: ¿Dónde está mi
sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?" 15El os enseñará en
el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los
preparativos para nosotros.» 16Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad,
lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua. 17Y al
atardecer, llega él con los Doce. 18Y mientras comían recostados, Jesús dijo:
«Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo.» 19Ellos
empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?» 20El les
dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato. 21Porque el Hijo del
hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del
hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» 22Y
mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo:
«Tomad, este es mi cuerpo.» 23Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la
dio, y bebieron todos de ella. 24Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza,
que es derramada por muchos. 25Yo os aseguro que ya no beberé del producto de
la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.» 26Y cantados los
himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. 27Jesús les dice: «Todos os vais
a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las
ovejas. 28Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.»
29Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no.» 30Jesús le dice: «Yo te
aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me
habrás negado tres.» 31Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no
te negaré.» Lo mismo decían también todos. 32Van a una propiedad, cuyo nombre
es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago
oración.» 33Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y
angustia. 34Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos
aquí y velad.» 35Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser
posible pasara de él aquella hora. 36Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible
para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que
quieras tú.» 37Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón,
¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar? 38Velad y orad, para que no caigáis
en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» 39Y
alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas palabras. 40Volvió otra vez y los
encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué
contestarle. 41Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y
descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los pecadores. 42¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me
va a entregar está cerca.» 43Todavía estaba hablando, cuando de pronto se
presenta Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de
parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. 44El que le
iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso,
ése es, prendedle y llevadle con cautela.» 45Nada más llegar, se acerca a él y
le dice: «Rabbí», y le dio un beso. 46Ellos le echaron mano y le prendieron.
47Uno de los presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote,
y le llevó la oreja. 48Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un
salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? 49Todos los días
estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es
para que se cumplan las Escrituras.» 50Y abandonándole huyeron todos. 51Un
joven le seguía cubierto sólo de un lienzo; y le detienen. 52Pero él, dejando
el lienzo, se escapó desnudo. 53Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y se
reúnen todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. 54También Pedro
le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote, y estaba
sentado con los criados, calentándose al fuego. 55Los sumos sacerdotes y el
Sanedrín entero andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte;
pero no lo encontraban. 56Pues muchos daban falso testimonio contra él, pero
los testimonios no coincidían. 57Algunos, levantándose, dieron contra él este
falso testimonio: 58«Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho
por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.» 59Y tampoco en
este caso coincidía su testimonio. 60Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y
poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos
atestiguan contra ti?» 61Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo
Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» 62Y
dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del
Poder y venir entre las nubes del cielo.» 63El Sumo Sacerdote se rasga las
túnicas y dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? 64Habéis oído la
blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte. 65Algunos se
pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le
decían: «Adivina», y los criados le recibieron a golpes. 66Estando Pedro abajo
en el patio, llega una de las criadas del Sumo Sacerdote 67y al ver a Pedro
calentándose, le mira atentamente y le dice: «También tú estabas con Jesús de
Nazaret.» 68Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al
portal, y cantó un gallo. 69Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los
que estaban allí: «Este es uno de ellos.» 70Pero él lo negaba de nuevo. Poco
después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de
ellos pues además eres galileo.» 71Pero él, se puso a echar imprecaciones y a
jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!» 72Inmediatamente cantó
un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús: «Antes
que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.» Y rompió a llorar. 15
1Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los
ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le
llevaron y le entregaron a Pilato. 2Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de
los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.» 3Los sumos sacerdotes le
acusaban de muchas cosas. 4Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada?
Mira de cuántas cosas te acusan.» 5Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte
que Pilato estaba sorprendido. 6Cada Fiesta les concedía la libertad de un
preso, el que pidieran. 7Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado
con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato. 8Subió la
gente y se puso a pedir lo que les solía conceder. 9Pilato les contestó:
«¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?» 10(Pues se daba cuenta de que
los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.) 11Pero los sumos
sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a
Barrabás. 12Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que
llamáis el Rey de los judíos?» 13La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!»
14Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más
fuerza: «Crucifícale!» 15Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les
soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera
crucificado. 16Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al
pretorio y llaman a toda la cohorte. 17Le visten de púrpura y, trenzando una
corona de espinas, se la ciñen. 18Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de
los judíos!» 19Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y,
doblando las rodillas, se postraban ante él. 20Cuando se hubieron burlado de
él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para
crucificarle. 21Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del
campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz. 22Le conducen al
lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. 23Le daban vino con mirra, pero
él no lo tomó. 24Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a
ver qué se llevaba cada uno. 25Era la hora tercia cuando le crucificaron. 26Y
estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»
27Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su
izquierda. 29Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y
diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,
30¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!» 31Igualmente los sumos sacerdotes se
burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí
mismo no puede salvarse. 32¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la
cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban los que con él
estaban crucificados. 33Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la
tierra hasta la hora nona. 34A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: «Eloí,
Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me
has abandonado?» 35Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a
Elías.» 36Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola
a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a
descolgarle.» 37Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró. 38Y el velo del
Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo. 39Al ver el centurión, que estaba
frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios.» 40Había también unas mujeres mirando desde lejos,
entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y
Salomé, 41que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas
que habían subido con él a Jerusalén. 42Y ya al atardecer, como era la
Preparación, es decir, la víspera del sábado, 43vino José de Arimatea, miembro
respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la
valentía de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. 44Se extraño
Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si
había muerto hacía tiempo. 45Informado por el centurión, concedió el cuerpo a
José, 46quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la
sábana y lo puso en un sepulcro que estaba excavado en roca; luego, hizo rodar
una piedra sobre la entrada del sepulcro. 47María Magdalena y María la de Joset
se fijaban dónde era puesto.
...PALABRA DEL SEÑOR... ... GLORIA A TÍ SEÑOR JESÚS.
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28 de MARZO de 2024. Jueves Santo – Misa Vespertina de la
Cena del Señor*. Juan 13: 1 - 15